Pedid al Señor de la mies. Jornadas mundiales de oración por las vocaciones.

AUTORES: Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM; Dpto de Vocaciones y Ministerios.
EDICIÓN: Bogotá, Celam, 2006.
PÁGINAS: 323 p.
COLECCIÓN: Documentos Celam
PESO: 345 grs.
VALOR USD $ 3
VALOR COP $ 10000

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TEMÁTICA: Iglesia. Vocaciones. Oración. Jornadas Mundiales. Magisterio Pontificio.

RESEÑA:

Estos mensajes nos enriquecen por su profundidad, diversidad e importancia del tema. Los mensajes de Pablo VI son breves, emotivos, a veces angustiados por las crisis vocacionales y la escasez de respuestas de la Iglesia. Por su parte, los mensajes de Juan Pablo II son más amplios, si se quiere más eufóricos y con un contenido más desarrollado; de ordinario tienen una temática central y un hilo conductor; invocan siempre a la Virgen María y finalizan todos con una oración que resume maravillosamente el mensaje mismo. También el mensaje del Papa Benedicto XVI es relativamente breve en comparación con los anteriores y refleja una especial profundidad teológica.

Todos estos mensajes, cargados de palpitante actualidad, ofrecen un contenido muy rico en fundamentos teológicos, espirituales y pastorales, con los cuales se puede elaborar una verdadera Pastoral Vocacional. Una pastoral vocacional que logre animar en los jóvenes, como escribió el Santo Padre en su reciente Mensaje, aquella perspectiva realmente fascinante: estamos llamados a vivir como hermanos y hermanas de Jesús, a sentirnos hijos e hijas de un mismo Padre. Un don que altera cualquier idea y proyecto meramente humanos. La confesión de la verdadera fe abre de par en par las mentes y los corazones al misterio inagotable de Dios, que impregna la existencia humana. ¿Qué decir entonces de la tentación, muy fuerte en nuestros días, de sentimos autosuficientes hasta cerrarnos al misterioso plan de Dios sobre nosotros? El amor del Padre, que se revela en la persona de Cristo, nos interpela. Las vocaciones son respuesta generosa a esa interpelación y son en la Iglesia y para la Iglesia, como dijera Pablo VI, señal de su visibilidad, confirmación de su credibilidad, garantía de su vitalidad y seguridad de su futuro.